El Laverinto Del Eclipse-Chapter 33: Capítulo 1 – Entre las Sombras

El frío calaba hasta los huesos.

La noche cubría el paisaje devastado mientras una lluvia fina caía sobre las ruinas de lo que alguna vez fue una ciudad. Los edificios derruidos eran esqueletos de un pasado olvidado, y la niebla espesa hacía que cada sombra pareciera moverse con vida propia.

Kai avanzaba en silencio, con su pistola firmemente sujeta en su mano derecha. Lía iba a su lado, con el rostro endurecido por la tensión, su cuchillo listo para cualquier amenaza. Habían sobrevivido demasiadas veces como para confiarse ahora.

Detrás de ellos, Roldán y Ana cubrían su retaguardia, mientras Darío —todavía afectado por su propio pasado— apenas lograba seguirles el ritmo. Sabían que estaban siendo cazados.

—Nos estamos acercando a la frontera del territorio prohibido —susurró Lía, su voz apenas audible sobre el sonido de la lluvia.

Kai asintió, sin apartar la vista de la carretera destrozada frente a ellos.

—Si lo que Darío dice es cierto, este lugar es donde todo comenzó.

El origen del virus Eclipse.

La revelación de Darío en el libro anterior había cambiado todo. Los Prototipos no eran simples mutaciones: habían sido creados a propósito. Un experimento fallido, un intento de forzar la evolución humana a través del sufrimiento.

Pero lo que más había dejado a Kai y Lía en shock era el verdadero propósito del virus. No había sido diseñado solo como un arma biológica, sino como una forma de selección natural extrema.

—Sigamos avanzando —ordenó Kai.

Un sonido.

Un crujido entre los escombros.

Kai levantó la mano, deteniendo al grupo. Todos quedaron en absoluto silencio.

Algo estaba acechándolos.

Lía se giró lentamente, su corazón latiendo con fuerza. Entre la niebla, una silueta emergió.

Era humana... pero no del todo.

Los ojos de la criatura brillaban con un tono rojizo enfermizo. Su piel estaba cubierta de cicatrices retorcidas, y su cuerpo, aunque delgado, emanaba una presencia amenazante.

—Un Alfa... —susurró Darío, su voz temblorosa.

Kai apretó la mandíbula. Los Alfa eran la evolución más letal del virus, más inteligentes, más rápidos... y, lo peor de todo, organizados.

El Alfa los observó. No se lanzó al ataque de inmediato.

—¿Está... analizando nuestros movimientos? —preguntó Ana en un murmullo.

—Sí —respondió Kai, apretando el gatillo de su pistola—. Y no pienso esperar a ver qué decide hacer.

Disparó.

El balazo resonó en la noche.

Pero en el instante en que la bala debía impactar, el Alfa se movió.

Rápido. Demasiado rápido.

Y entonces, el infierno se desató.

Desde las sombras, otras figuras emergieron. No era solo uno.

—¡Nos tendieron una trampa! —gritó Roldán, abriendo fuego.

El grupo se dispersó, disparando y cortando con todo lo que tenían.

Kai derribó a uno de los infectados con un disparo certero en la cabeza, pero dos más se lanzaron sobre él. Rodó sobre el pavimento húmedo, evitando sus garras afiladas.

Lía, con reflejos impecables, cortó la garganta de un Alfa antes de que este la alcanzara.

Pero había demasiados.

Ana gritó cuando uno la derribó.

—¡Ana! —rugió Roldán, disparando sin piedad.

Darío retrocedió, con el miedo paralizándolo.

Entonces, el Alfa original habló.

—No... escaparás...

Su voz era un susurro distorsionado, inhumano.

Kai sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Los Alfas podían hablar.

—¡Corran! —gritó Kai.

El grupo huyó entre los escombros, con los Alfas persiguiéndolos.

Lía corrió junto a Kai, su mano buscando la de él en la desesperación del momento.

—¡No podemos seguir así! —jadeó ella.

Kai la miró, y en medio del caos, una decisión se formó en su mente.

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—Tenemos que llevarlos al colapso.

Lía entendió al instante. Kai quería hacerlos caer en una trampa.

Porque esta vez, ellos serían los cazadores.